Las películas de Oliver Stone han abarcado desde thrillers hasta sátiras, biopics y teorías de conspiración. Si hay algo que las une, es una ira liberal hacia Estados Unidos, eso y un sentido de ambición cinematográfica que puede ser emocionantemente entretenido. Después de haber escrito el guion de Scarface y haber tenido un éxito modesto dirigiendo su película de culto de terror de 1981, The Hand (protagonizada por Michael Caine), alcanzó su punto máximo entre mediados de la década de 1980 y la década de 1990, como sugiere esta lista. Su currículum desde entonces ha tenido algunas películas decentes (Vidas cruzadas y W valen la pena buscarlas), pero con sus opiniones incendiarias y su búsqueda de la verdad, ahora, a los 77 años, está fuera del firmamento de Hollywood. Su último drama fue Snowden en 2016. ¿Es demasiado esperar otro éxito de Stone?
1. Platoon (1986; alquiler)
El guion de Stone para Platoon, escrito en 1976, era tan gráfico en su representación de los soldados estadounidenses en Vietnam que ningún estudio lo quiso tocar durante diez años. Llegó como una película antibélica que también, paradójicamente, era tan emocionante como las películas de guerra, ya que las lealtades del joven “grunt” Charlie Sheen vacilan. Stone, quien ganó una Medalla al Mérito en Vietnam, luego criticó el trato a los veteranos en Nacido el 4 de julio (1989), antes de ofrecer la perspectiva vietnamita en Cielo y tierra (1993). Pero es Platoon la que es su clásico de Vietnam, frotándote la nariz en el barro, la sangre y la atmósfera húmeda de la jungla.
2. Salvador (1986; MGM+/alquiler)
Stone estableció su posición como un cruzado político con esta corrección antimilitarista a Rambo y Top Gun. A través de las hazañas de un periodista gonzo (James Woods), Stone expuso la ayuda de Estados Unidos al ejército salvadoreño que luchaba contra guerrilleros de izquierda, retratando a Uncle Sam como un patrocinador de escuadrones de la muerte. “Reagan quiere una victoria más antes de dejar el cargo”, dijo Stone en ese momento. Es una película llena de ambición admirable, impulsada por una actuación central nerviosa de Woods (que podría ser su mejor actuación).
3. Wall Street (1987; alquiler)
El padre de Stone era corredor de bolsa y, durante finales de la década de 1980, parecía natural que el director lanzara un ataque frontal a la forma en que se conducía los negocios en Estados Unidos. Haciendo del saqueador corporativo Gordon Gekko el personaje más seductor de Wall Street (“Si necesitas un amigo, consigue un perro”), eclipsó cualquier moralización. Michael Douglas fue fantástico, rozando lo icónico, como este villano de cabello engominado y traje a rayas, aunque en la secuela de 2010, que examinó aún más los problemas del capitalismo, Gekko mismo declaró que la deuda apalancada era “la madre de todos los males”.
4. Asesinos natos (1994; Disney+)
Loca, mala y, dado sus supuestos vínculos con asesinatos imitadores, peligrosa para cualquiera que la viera, Asesinos natos convirtió a Stone en una especie de Swift bajo los efectos del ácido. Esta fue una controversia sensacional cuando se estrenó, y aunque es desagradable y sórdida, su objetivo satírico se siente tan puntual como siempre, atacando la forma en que la industria del entretenimiento convirtió a los criminales en celebridades y nuestra disposición a disfrutarlo. “Solo reflejo lo que veo a mi alrededor”, razonó Stone. Tuvo su pastel y se lo comió, reescribiendo el guion original de Quentin Tarantino y aumentando la violencia extrema de la película de manera estilizada y casi ridículamente exagerada. Todavía es un viaje bastante intenso.
5. Nixon (1995; alquiler)
Stone evidentemente ve al complejo militar-industrial de Estados Unidos como inundado de secretos oscuros. Se ganó la ira del establishment con su opus de 1991, JFK. Y en la menos famosa, menos conspiranoica Nixon, Tricky Dicky gruñó: “El presidente puede bombardear a quien quiera”. Esta es una película de la era del apogeo del bombástico Stone, pero la actuación de Anthony Hopkins como el atormentado psicológicamente Nixon es cautivadora en todo momento. Como retrato del poder supremo que se corroe, se siente como una tragedia shakespeariana.
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